por Edgardo Lander
Edgardo Lander
1. ¿Representa la pandemia el fin de la era de la globalización neoliberal?Con la pandemia se aceleran debates que ya se venían dando desde un amplio espectro político de cuestionamiento a la globalización neoliberal. La fragilidad de las largas cadenas productivas establecidas con el objetivo de maximizar las ganancias corporativas a corto plazo ha quedado al descubierto en su extraordinaria vulnerabilidad. Lo que pase en un eslabón de la cadena puede tener consecuencias globales. La dependencia en importaciones para asuntos tan críticos como equipos básicos de salud, y los alimentos, ha colocado en el debate político la necesidad de mayores niveles de autosuficiencia o soberanía en muy diferentes países del mundo.
La pandemia ha desnudado al mundo como nunca antes. Mientras que los países más ricos acaparan las vacunas para sus poblaciones, y se niegan a flexibilizar las normas de protección de la propiedad intelectual que tienen las corporaciones farmacéuticas de estas vacunas, desarrolladas gracias a un masivo financiamiento público, de acuerdo a estimaciones de People’s Vaccine Alliance, (Alianza de Vacuna de los Pueblos), muchos países del Sur no tendrán acceso generalizado a las vacunas hasta el año 2022.
2. En el contexto de la pandemia se han re-abierto múltiples viejos debates, desde el más amplio espectro político/ideológico sobre el papel del Estado, sobre la necesidad de sistemas de salud público universales, y sobre el irracional dogma de acuerdo al cual el mercado es la mejor respuesta todos los problemas que enfrentamos. ¿Será posible que esto conduzca a cambios, o regresaremos a la anterior normalidad una vez superada la pandemia?3. El reto más importante y urgente que confronta la humanidad es la crisis ecológica global. A pesar de todas las conferencias y acuerdos internacionales de las últimas décadas, los procesos de devastación de las condiciones que hacen posible la vida en el planeta Tierra, la acelerada reducción de la diversidad biológica, la dinámica de deforestación, contaminación de aire, agua y tierra, la sobrepesca y los monocultivos transgénicos, siguen avanzando a pasos acelerados. Queda muy poco tiempo para evitar trasformaciones no solo catastróficas sino irreversibles. Seguimos en un sonambulismo en que, a pesar de que conocemos con un alto grado de certidumbre la gravedad y la urgencia de la situación que confrontamos, no se logran realizar los drásticos cambios en los patrones de producción y consumo, ni se alteran las profundas desigualdades prevalecientes en el acceso a los bienes comunes del planeta. Los intereses de la
maximización al corto plazo de las ganancias del capital siguen imponiéndose sobre los intereses de la vida.
4. Las transformaciones tecnológicas de nuestro tiempo están en lo fundamental, dirigidas, orientadas y controladas por los mayores poderes corporativos y políticos del mundo. En consecuencia, lejos de desarrollar capacidades para responder a la crisis ecológica y a las necesidades de la mayoría de la población, contribuyen a profundizar los problemas que enfrentamos. A pesar del papel medular que desempeñan los patrones tecnológicos en la conformación de las sociedades contemporáneas, estos desarrollos están, en todas partes, fuera del control democrático de la población y en lo fundamental al margen del debate público. Entre otros, hay tres ámbitos tecnológicos que representan hoy las mayores amenazas a la humanidad son la (1) tecnología militar, (Se trata de asuntos tales como una nueva generación de armas nucleares tácticas, que hace as probable su uso, y drones equipados con capacidad autónoma para decidir cuándo y a quienes asesinar, etc.; (2) la ingeniería genética que mediante la manipulación y apropiación de la vida, la privatización de las semillas, es parte de una guerra cultural global contra la vida campesina y la alimentación humana. Esta es una guerra dirigida al control de la producción y la comercialización de alimentos en todo el planeta, y (3) las tecnologías del capitalismo de vigilancia, como las que hacen posible el sistema de crédito social chino, al lado de las cuáles la distopía de Orwell en 1984 parece un juego de niños. Con la pandemia, la utilización de estos sistemas de vigilancia se ha acelerado, dado pasos que difícilmente podrán ser revertidos.
5. Las izquierdas continúan atravesando por una profunda crisis. Las experiencias de las izquierdas en el poder, particularmente el socialismo del bloque soviético en el siglo XX, y los progresismos latinoamericanos de este siglo, lejos de vigorizar con su ejemplo las posibilidades de otros mundos posibles, más democráticos, más igualitarios, pluriculturales, superadores del antropocentrismo y el patriarcado, han alejado a buena parte de la población del planeta de esas opciones como un futuro deseable. Las restricciones a la democracia y la corrupción que han formado parte de estas experiencias, llevan a que elevadas proporciones de la población identifiquen izquierda con autoritarismo y corrupción, abriéndole la puerta a opciones conservadores y de extrema derecha, y a la posibilidad de que estas fuerzas se apropien discursivamente de las banderas de la democracia y la honestidad administrativa. Desde la izquierda, a nombre de la trasformación social y del antiimperialismo, se han profundizado algunas de las tendencias más dañinas de la globalización neoliberal, como ha sido el caso del extractivismo latinoamericano.
La incapacidad de reflexión autocrítica sobre estas experiencias, que permita recocer ¿qué pasa? ¿por qué pasó? continúa imponiendo severos obstáculos a las luchas e imaginarios anti-capitalistas.
En Venezuela es posible constatar un efecto político/cultural de la experiencia del 20 años del proceso bolivariano ha sido un claro desplazamiento de la sociedad venezolana desde un consenso socialdemócrata, hacia la derecha y una creciente despolitización.
6. En diferentes partes del mundo, hoy avanza la extrema derecha y nuevas formas de autoritarismo que a diferencia de las experiencias de los gobiernos militares en el Cono Sur de América Latina, que fueron impuestas por fuerzas armadas represivas, se sustentan y legitiman sobre la base de un creciente conservadurismo y autoritarismo social. Las políticas de Trump, de Bolsonaro, de Duterte y de Modi y de Víctor Orbán han contado con un muy amplio respaldo de sus respectivas poblaciones. Muchas de las anteriores bases de apoyo de partidos comunistas, socialistas y socialdemócratas en Europa votan hoy por partidos de derecha o de extrema derecha. En los Estados Unidos votan por Trump. La democracia liberal está en crisis. El racismo y supremacismo blanco se han fortalecido.
7. Se profundiza la desigualdad. Con la pandemia, además de los impactos en la salud, centenares de millones de personas han perdido sus fuentes de empleo. Se generaliza el hambre. Al mismo tiempo se aceleran los procesos de concentración de la riqueza que han dado extraordinarios saltos cualitativos. Entre los meses de marzo y noviembre de este año, la fortuna total de los cinco billonarios más ricos de los Estados Unidos se incrementó en un 34,2%.
8. Estamos en presencia de un mundo cada vez más militarizado y al inicio de lo que muchos analistas han calificado como una Nueva Guerra Fría. En la medida en que Estados Unidos encuentra una competencia creciente a su plena hegemonía global, especialmente en el terreno económico, y reconoce a China como una superpotencia en ascenso que amenaza su supremacía, asume posturas cada vez más agresivas hacia China y Rusia. Se están dando pasos en esa dirección con relaciones cada vez más tensas, caracterizadas por una intensa competencia tecnológica, una agresiva guerra comercial y una muy significativa reorientación tanto de la doctrina militar del Pentágono, de la guerra contra el terrorismo de los gobiernos de Bush y Obama, a la “competencia estratégica de largo plazo con China”[1], como en las prioridades de los presupuestos militares. Estos reacomodos geopolíticos difícilmente pueden darse en forma pacífica. La amenaza de un conflicto nuclear reaparece en el horizonte.
9. Las reacciones, resistencias y oposiciones a estas tendencias hoy hegemónicas han sido vigorosas en diferentes partes del mundo. Las movilizaciones en contra de la brutalidad policial racista ilustrada por el asesinato de George Floyd, y el potente activismo de Black Lives Matter han destacado el extraordinario peso que la historia colonial esclavista del capitalismo, expresada en el racismo sistémico, continúan teniendo en nuestra contemporaneidad. El movimiento campesino en la India en contra las reformas de mercado, la desregulación del sector agrícola, que amenazan su modo de vida, la resistencia más fuerte que se han confrontado a las políticas del gobierno del gobierno de Modo, ha incluido un paro nacional y movilizaciones multiclase y multicasta en todo el país. El avance autoritario del gobierno chino ha enfrentado la masiva y decidida oposición de la población de Hong Kong. En América Latina, cuando parecía que con el fracaso de los gobiernos progresistas, se estaría produciendo un marcado desplazamiento hacia la derecha, podemos constatar la vitalidad del amplio movimiento popular chileno, convergencia de las más diversas luchas, que conquistó la convocatoria a una nueva Asamblea Constituyente. En las recientes elecciones bolivianas se expresó un contundente rechazo a la derecha racista. El proyecto político de Bolsonaro sufrió duros golpes en las elecciones municipales de Brasil. En Italia, después de muchos años se están dando pasos en la re-articulación de los más diversos movimientos y organizaciones sociales anticapitalistas a nivel nacional. Después de años de luchas, los movimientos de mujeres en Argentina parecen estar cerca de lograr la aprobación de la despenalización del aborto.No estamos ante un mundo incapaz de resistir a estas tendencias hegemónicas. En la segunda parte de este seminario reflexionaremos sobre las múltiples luchas, proyectos y propuestas alternativas que están hoy en debate. Reflexiones dirigidas a responder a la interrogante, ¿Qué tenemos que hacer? ¿Cuáles son, o pueden ser, hoy las alternativas sistémicas a este orden global explotador y destructor de la vida?
- Edgardo es profesor emérito de la Universidad Central de Venezuela en Caracas y miembro del Transnational Institute.
- La alianza reúne a Oxfam, ONUSIDA, Amnistía Internacional y muchos más.
- National Security Strategy, Pentágono, febrero 2018